lunes, 29 de septiembre de 2014

Eudemonía.

Echo de menos la tenue luz que emerge de entre las hojas de los árboles cuando reina la oscuridad,
echo de menos que la ruptura del silencio no sea consciente,
echo de menos despertar abrazada por la vida, sentir las gotas de rocío recorrer la palma de mi mano,
echo de menos la libertad, la brisa helada acariciando con suavidad mis mejillas mientras poderosos rugidos emergen de la parte trasera de las montañas...
echo de menos un lugar en el que nunca he estado.

No me gusta despertar sin un propósito,
los hombres no podemos controlar el tiempo, eso es obvio... pero conforme pasan los días cada vez me doy más cuenta de que mi tiempo es controlado por alguien, algo... todavía no sé lo que es.

Te puedo asegurar que odio levantarme pensando más en las obligaciones que en el nuevo día, odio entrar en el tren, realmente lo odio ¿sabes lo que es ver a toda esa gente? se nota que casi todos van obligados a alguna parte, que quisieran hacer otra cosa, y lo peor es que quizás lleven así días, semanas, años, décadas... y yo, tristemente, voy por el mismo camino.

Entiendo que podemos referirnos a nuestra sociedad como una gran máquina en la que nosotros somos los engranajes, somos partes necesarias para que el sistema funcione y desde que nacemos tenemos la vida predeterminada. Quizás suene escéptico, o loco, pero pienso que aunque nos lo traten de ocultar y adornar, en el fondo no somos más que esclavos del sistema.

Y la pregunta que me hago es ¿podemos escapar? ¿que pasaría si lo hiciésemos? aún no he encontrado la respuesta, pero espero hallarla en un futuro próximo y espero que se deba a que la he experimentado. Sé que hay personas que viven felices en el mundo que se les ha programado, y no tengo nada en su contra, pero a mi no me gusta el futuro que la mentalidad general pretende que tenga y quiero huir, no quiero vivir para trabajar, no soy un traje, una cifra o una profesión, no necesito a nadie a mi lado para hallar la felicidad, no hay un dios que me guíe, no estoy alienada, no creo que haya algo más allá que nos controle y deba decidir sobre la ética de nuestras acciones, creo en la ciencia, en el método científico, pero tampoco soy quien para considerar inferiores a los que no tengan mis creencias, no quiero tener hijos, ni vivir en una gran ciudad, ni ir a cenas donde todos los invitados se odian y asisten por obligación. Quiero vivir en mi realidad, que sé que se encuentra en alguna parte más allá de mi cabeza.

Todo esto suena muy idílico, pero si lo consiguiese, creo que poco a poco me estaría acercando más a mi propia eudemonía.